En Semillistas, cada siembra empieza mucho antes de poner las semillas en el suelo. Detrás de cada planta que brota, hay un proceso cuidadoso y lleno de detalles que tiene lugar en el laboratorio. Hoy queremos contarles un poco sobre cómo preparamos las semillas para garantizar que tengan las mejores condiciones posibles para germinar y, más adelante, crecer fuertes en el campo.
Uno de los pasos clave es el montaje de las cajas Petri para las pruebas de germinación. En nuestra mesa de trabajo, cada herramienta tiene un propósito claro: el mechero Bunsen nos ayuda a crear una zona de trabajo lo más estéril posible, minimizando el riesgo de que microorganismos contaminen las semillas. A un lado, los agitadores magnéticos mantienen en constante movimiento las soluciones de lejía o agua oxigenada donde sumergimos las semillas para desinfectarlas de manera uniforme.
Después de este baño desinfectante, las semillas pasan por una serie de baldes con agua esterilizada, eliminando cualquier resto de lejía. Es un paso crucial, porque si las semillas retienen residuos, podrían no germinar correctamente.
Cuando las semillas están limpias, las trasladamos a las cajas Petri, preparadas con arena de granulometría específica y una humedad controlada. Finalmente, sellamos las cajas con una cinta transpirable que impide la entrada de microorganismos, y las colocamos en las cámaras de germinación, ajustadas a las temperaturas necesarias para cada prueba.
Estas pruebas nos permiten observar cómo responden las semillas a distintos tratamientos y condiciones, para entender cuál es el método más efectivo antes de llevarlas al campo. Así, poco a poco, construimos datos sólidos que nos ayudan a mejorar las siembras y a aumentar las probabilidades de que cada semilla se convierta en una planta fuerte.
Detrás de cada brote, hay mucha ciencia, dedicación y esperanza. Seguimos aprendiendo, probando y mejorando, porque cada pequeño avance nos acerca a un futuro con bosques más resilientes.
